¿Por
qué este análisis?
Hay
muchas novelas que resultan no ser como esperábamos. Novelas que empezamos a
leer con un frío interés, casi con desgana y que, sin saber cómo, acaban
atrapándonos en un mundo del que nos cuesta salir incluso días después de pasar
la última página. Este ha sido el caso del presente libro, que recomiendo a
todos los aficionados a la lectura no sólo por el interés de las ideas que
trata, sino por las herramientas empleadas para transmitirlas:
Para
empezar, se presenta un modelo de héroe con el que sentirse en parte
identificados (aquel que, lejos de protagonizar una epopeya histórica, debe
afrontar las pequeñas batallas de su vida diaria; marcada generalmente por una
infancia difícil).
Además, a pesar de tratarse de una novela escrita
hace casi dos siglos, unos cuantos personajes, temas y situaciones de obras
actuales, como la saga Harry Potter, son un eco de su contenido.
Pero,
sobre todo, la solidez de los personajes y su capacidad de reflejar las
distintas facetas de la condición humana hacen más que posible la opción de que
un buen día salgan del libro para proseguir sus vidas. De hecho, quizá lo que
haga a esta novela inolvidable es que seguiremos encontrándonos con estos
personajes en la vida real: hay unos pocos Peggotty, unos cuantos Micawber
(sobre todo en esta época de crisis), demasiados Uriah Heep y alguna que otra
Agnes esperándonos… Sólo por esto merece la pena pasar unos cuantos días
atrapados entre sus páginas.
David
Copperfield es la octava novela de Charles Dickens, publicada inicialmente
por fascículos entre mayo de 1849 y noviembre de 1850. La obra narra, en estilo
autobiográfico, la evolución del personaje a quien alude el título desde su
nacimiento hasta su madurez, aprovechando
este motivo para realizar un retrato de la sociedad inglesa de la época.
1.-
Argumento y temática
David
Copperfield, un escritor de mediana edad, decide redactar sus memorias
desde su nacimiento hasta su situación
actual. Huérfano de padre ya antes de nacer, sufre aproximadamente a los 10
años la muerte de su madre, debida con toda probabilidad al maltrato
psicológico de su padrastro (el Sr. Murdstone) y la hermana de éste. Tras el
funeral, los Murdstone envían a David a Londres para trabajar en una fábrica;
pero él acaba huyendo a casa del único familiar vivo que le queda: Betsey
Trotwood, hermana de su padre, que renegó de él cuando nació ante la decepción
de no haber podido tener una sobrina. Contra todo pronóstico para David, Betsey
lo acoge y le hace reanudar sus estudios, comenzando así una nueva vida para el
protagonista. Éste irá asumiendo diversas responsabilidades: la elección y el
desempeño de una profesión, el mantenimiento de su familia cuando ésta cae en
la ruina, etc. Pero, sobre todo, irá evolucionando su forma de ver el mundo a
medida que van desapareciendo sus ilusiones en torno a muchas personas (aunque
también en torno a su futuro y el papel en la sociedad de las instituciones
para las que irá trabajando) y cambiará
su noción de los distintos tipos de lazos humanos. Todo esto le
permitirá comprenderse cada vez más a sí mismo, lo que le ayudará en la errante
búsqueda de su lugar en el mundo.
Se
abarca una gran cantidad de temas, como las implicaciones del proceso de
maduración personal (tema principal). De entre los secundarios, destacan: el
amor y el matrimonio, la búsqueda del sentido de la vida, la redención de
errores pasados, la capacidad (y/o incapacidad) del ser humano para cambiar a
quienes lo rodean, etc.
2.-Personajes
2.1.- David Copperfield
“Si soy o no el héroe de mi vida, no
me corresponde a mí determinarlo, sino a las presentes páginas”. Con estas
palabras (pertenecientes al primer capítulo), David Copperfield pone en duda lo
absoluto de su protagonismo: a lo largo de la novela se aprecia que, como en la
vida real, el sujeto de una historia no siempre lo es de forma activa, sino
que, en ocasiones, se encuentra a merced de determinados acontecimientos y su
triunfo sobre éstos no depende tanto de sí mismo como de la presencia de
“héroes” externos (papel que desempeñan, en este caso, personajes como Betsey
Trotwood, Agnes o Traddles).
Por tanto, David aparece unas veces
como dueño de su propia vida; otras, como sujeto paciente de ésta y otras, como
espectador de historias ajenas (pero que confluyen con la suya). Su trágica infancia (marcada por el maltrato
sufrido por los Murdstone y el director de su primer colegio, la muerte de su
madre y el hecho de tener que sobrevivir solo en Londres) forja su carácter
solitario, reservado y melancólico. A pesar de esto, es capaz de crear lazos
afectivos en los que hallará remansos de felicidad, aunque también depositará
en algunos de ellos ilusiones infundadas.
El hecho de que David sea también el
narrador crea, en ocasiones, un choque entre los hechos objetivos y la
interpretación que él realiza de éstos, como se aprecia sobre todo en el
inocente punto de vista que posee en su infancia y juventud. Por otra parte, el
propio narrador habla de cómo se ve a sí mismo, idea se completa con la manera
en que lo ven quienes lo rodean. La cantidad de nombres que recibe David (Davy,
Brooks of Sheffield, Mas´r Davy, “señorito Copperfield -debería decir: señor Copperfield” Daisy, Doady,
Copperfull, Trot…) es un recurso con el que Dickens no sólo consigue que se
reconozca al personaje que habla, sino la percepción que tiene del
protagonista. Así, la personalidad de David Copperfield queda definida por lo
que él dice de sí mismo, lo que perciben los demás personajes y la percepción
del propio lector al valorar el contraste entre la realidad y la interpretación
de David acerca de ella.
2.2.-
Algunos personajes importantes
-Tommy Traddles es el primer
amigo que hace David en el internado adonde lo envían los Murdstone. Desde el
principio, se aprecian su honestidad y su buen carácter a pesar de ser el
alumno más castigado por el director, aunque su faceta frágil se muestra a
través de su costumbre de dibujar esqueletos. David no da demasiada importancia
a su amistad en su etapa escolar, pero sus acciones lo irán reafirmando como una
de las personas más dignas de confianza de su entorno.
-Si David tuviese que especificar a
qué personas ha considerado como “héroes” en su vida, señalaría a James Steerforth
como el principal de su infancia y uno de los de su juventud, aunque sea
evidente desde fuera que la influencia de este personaje le perjudica. Inteligente,
de clase alta y seis años mayor que David, Steerforth ve en él a una persona
muy ingenua y manipulable hasta cierto punto, por lo que muestra hacia él una
actitud protectora y se aprovecha del agradecimiento del inseguro
protagonista. El cariño y la admiración
de Copperfield por Steerforth son tan profundos que ni siquiera es capaz de
dejar de “quererlo” cuando éste muestra la peor de sus facetas: despreciar a
Steerforth supondría rechazar una parte demasiado importante de su pasado.
-El Sr. Peggotty es el hermano
de Clara Peggotty (el ama de llaves que vivía con la madre de David desde antes
de que éste naciera). Desde pequeño, David visita de vez en cuando su casa (un
barco encallado en la costa), donde viven también Ham y la pequeña Em´ly: dos
niños huérfanos cuyas respectivas familias han muerto ahogadas. El Sr. Peggotty
acoge además a la Sra. Gummidge, viuda de un marinero. Por tanto, este
personaje destaca por su generosidad, además de su sencillez y gran corazón.
-La familia Micawber es la que
aloja a David en su casa cuando comienza a trabajar en Londres. Es una familia
que parece haber nacido en la ruina y estar destinada a ella: siempre acosada
por aquellos a quienes debe dinero (que no son pocos y cuyo número va en
aumento), obligada a huir cada cierto tiempo de
su hogar provisional; es, a pesar de esta situación, el principal
elemento cómico de la novela. Sus miembros (especialmente, el Sr. Micawber) tienen
un ánimo inquebrantable, son capaces de aplicar a rajatabla el tópico del carpe diem y mantienen constantemente la
esperanza de que su situación mejore.
-El señor Dick es un enfermo
mental, protegido de Betsey Trotwood. Su enfermedad parece deberse a un trauma
de su pasado que asocia con el día en que cortaron la cabeza a Carlos I.
Logrará no sólo mostrarse consciente de su patología, sino aprovechar la visión
que el mundo tiene de él para resolver algún que otro conflicto.
2.3.-
Peculiaridad de los personajes femeninos
La complejidad de los personajes
anteriores contrasta con la simplicidad de los femeninos: éstos apenas evolucionan
psicológicamente y se limitan a responder a estereotipos como los de “mujer
fatal” (Em´ly, Martha), “mujer-niña” (la madre de David y Dora) o “mujer-ángel”
(Annie, Agnes). El único personaje de cierta profundidad es Betsey Trotwood, la
excéntrica tía de Copperfield, definida por su madre como el temible ser que
renegó de él en su nacimiento y que acaba siendo su mayor protectora.
2.4-
Antagonista
Aunque hay unos cuantos anti-héroes
(los Murdstone, el Sr. Creakle, Rosa Dartle…), el villano por excelencia de
esta historia es Uriah Heep. Heep es el sirviente de la casa donde David
se aloja tras ser enviado por su tía a uno de los mejores colegios de
Canterbury. Sus ojos sin pestañas y “como dos soles rojizos”, su piel pálida,
sus manos esqueléticas y frías y su manía de dilatar las fosas nasales causan
una repulsión inicial en Copperfield; ésta no hace sino aumentar al descubrir
su hipocresía. Gracias a su inteligencia y a la máscara de su humildad, Heep va
adquiriendo poder sobre determinadas personas y ejerciéndolo para ascender
socialmente, además de disfrutar haciéndoles daño. Este personaje odia a
Copperfield desde que llega a vivir bajo su mismo techo, pues lo ve como un
rival tanto en el campo profesional como en el amoroso.
3.-Ideas defendidas en la novela
3.1.-Implicaciones del proceso de maduración
Lo que más llama la atención del desarrollo personal de David Copperfield
es la claridad con que se aprecia el proceso de desengaño. Su carácter le hace
crear un halo de magia en torno a algunos aspectos del mundo que lo rodea y,
sobre todo, asociar este halo a sus seres queridos.
Crecer significa para David ser capaz
de captar la verdadera naturaleza de las personas, aunque éstas se oculten tras
una máscara (Littimer, Uriah Heep) o él
mismo las haya ocultado tras una ilusión (Steerforth, Dora). Sin embargo, como
se ve al final de la novela, el desengaño es sólo un proceso necesario para
colocar ese halo de magia en torno a las personas que de verdad lo merezcan
(Traddles, Agnes…). Dicho de otra forma, madurar es administrar de forma
racional los sentimientos.
Por otra parte, el crecimiento implica
pérdida, no sólo de las ilusiones creadas en torno a ciertas personas, sino
también de los sueños de juventud que quedarán para siempre sin realizar. David
expresa esta sensación en el capítulo 42: “Era consciente de que la conocida
sensación de pérdida o de deseo de algo se había abierto un hueco en mi corazón
(…). Al recordar los días de verano con el aire impregnado de mi magia infantil,
eché en falta el cumplimiento de parte de mis sueños”.
3.2.- El amor y el matrimonio
“No puede haber mayor disparidad en el
matrimonio que la incompatibilidad de pensamiento y voluntad (…). Si tengo algo
que agradecerle a mi marido, es haberme salvado del primer impulso erróneo de
mi corazón indisciplinado”. Nada resume mejor que estas palabras (provienen del
memorable discurso de Annie Strong en el cap.45) las ideas de Dickens sobre
este tema.
En la novela, David experimenta
sucesivamente dos tipos de amor: por un lado, la pasión incondicional y “a
primera vista” hacia Dora Spenlow, que le conduce a un matrimonio donde se
siente incompleto (pues Dora no deja de ser una mujer frágil y superficial con
quien le resulta imposible compartir sus inquietudes) y, por otro, el profundo
cariño que siente por Agnes, a quien ve como a una hermana (los dos han vivido
en la misma casa durante su adolescencia) y que es en todo momento su principal
confidente, aunque él no es plenamente consciente de su importancia casi hasta
el final de la historia.
David ama de verdad a las dos; sin
embargo, ambas modalidades de este sentimiento tienen carencias: a la primera
le faltan las raíces de la “compatibilidad de pensamiento” y a la segunda, las
alas del ingrediente pasional. Dickens defiende la necesidad de “educar el
corazón”: un amor que sólo tiene alas, por intenso que sea, corre el riesgo de
desaparecer tan bruscamente como surgió (de un impulso); sin embargo, el que
parte de unas buenas raíces y se prolonga a lo largo del tiempo tiene más
opciones de acabar echando alas.
Cabe preguntarse hasta qué punto
podemos “educar nuestro corazón”:
¿puede ir la razón por delante de los sentimientos? ¿O su único papel es
el de reforzarlos cuando ya han surgido?
3.3.- El sentido de la vida
No hay dos proyectos más inútiles y/o
interminables en la novela que el Informe del Sr. Dick (de contenido
desconocido) y el Diccionario del Dr. Strong (alcanza la letra D durante su
vejez). Ambos reflejan la necesidad del ser humano de fijarse un objetivo final
que sirva de hilo conductor y en torno al que organizar sus acciones (fruto,
quizás, de esa parte nuestra que tanto teme al caos). En cualquier caso, estos
personajes transmiten la idea de que no importa la naturaleza de ese objetivo
ni que éste sea inacabable mientras actúe como motor de la vida.
Por otra parte, el Sr. Dick no puede
evitar mencionar, tarde o temprano, al rey Carlos I en el Informe: cada vez que
esto ocurre, se ve obligado a empezar desde el principio, demostrándonos que el
único obstáculo en el avance de una persona en sus proyectos es su incapacidad
para superar el pasado.
Sin embargo, hay un caso
contradictorio: el Sr. Wickfield, incapaz de superar la muerte de su mujer,
vive por y para su hija Agnes. Al llevar implícito en el sentido de su vida un
trauma de su pasado, nunca será capaz de superarlo: es alguien que no avanza en
una dirección, sino en círculos viciosos. Pero no por ello deja de ser Agnes su
motor, lo que le hace vivir… ¿Es un motor tan válido como los demás?
3.4.- La redención de los errores pasados
Dickens insinúa que, aunque no se
pueda cambiar el pasado, pueden enmendarse los errores propios: Betsey
Trotwood, a pesar de haber renagado de David en sus primeros años de vida, lo
acoge y apoya cuando él más lo necesita, viéndose recompensada con la
realización de su sueño de tener una nueva Betsey en la familia (una de las
hijas de David). Em’ly, por otra parte, encuentra la paz (tras sentirse
enormemente culpable por su actitud con su tío) dedicándose a ayudar en todo lo
posible a los niños de la aldea australiana a la que se muda: lo importante
quizá no sea que nuestras acciones futuras compensen o no nuestros errores,
sino que lo sintamos así.
3.5.- La (in)capacidad de cambiar a los demás
Una de las grandes lecciones de la
novela es que no podemos cambiar a los demás por la fuerza. Esto se ve en los
desastrosos resultados de la violencia empleada por los Murdstone hacia David y
su madre o la de Mr. Creakle hacia sus alumnos.
También Copperfield trata de “formar”
la mente de Dora cuando se da cuenta de que no es la esposa que deseaba: sus
intentos de instruirla sobre literatura y asuntos domésticos sólo generan en
ella rechazo y amargura, hasta que David llega a la conclusión de que quizás su
mente ya esté formada y él no tenga nada que hacer. Sólo cuando abandona la
empresa, Dora realiza algunos intentos (infructuosos) de serle útil, lo que
demuestra que una persona necesita sentir que actúa por voluntad propia.
Las personas que nos rodean no
cambiarán si se sienten presionadas por nosotros, pero sí pueden hacerlo ante
nuestro ejemplo o nuestra mera influencia, igual que nosotros modificamos
nuestro comportamiento en función de algunas de ellas.
3.6.- La importancia de algunos valores por encima de cuestiones materiales
Hay una divertida tertulia en la
novela donde los invitados a una cena hablan de la importancia absoluta de la
posición social. Dickens contradice a estos personajes con el ejemplo de Annie
Strong, una joven de origen humilde casada con un hombre rico y de edad
avanzada: todo el mundo daba por sentado que este matrimonio se había realizado
por una causa material hasta que fracasa el intento de Uriah Heep de romperlo.
Mientras tanto, Em’ly, cuya obsesión por ascender socialmente la lleva a
fugarse con Steerforth, no tarda en lamentar profundamente su huida.
También se critica, quizás con más
ahínco, la creencia general de que el dinero puede compensar cualquier
situación. El Sr. Peggotty rechaza el dinero que Em’ly le envía en un intento
de disculparse por haber huido de casa. Por su parte, Uriah Heep piensa que con
su dinero será suficiente para silenciar al señor Micawber sobre sus acciones
fraudulentas, mientras que éste prefiere romper su silencio y perder su único
trabajo estable.
3.7.- La felicidad en la adversidad
Es curioso cómo los personajes
expuestos a las situaciones más desoladoras son también los más optimistas. Un caso
extremo es el de la jovial familia del señor Omer (que constituye una empresa
funeraria): para ellos, la muerte es algo tan rutinario que parece avivar su
alegría de vivir. El señor Omer, a pesar de la pérdida de su salud, mantiene intacto
su sentido del humor.
Aunque resulte contradictorio, el
momento de mayor crisis en la familia Micawber es precisamente aquel en el que el
Sr. Micawber consigue un trabajo remunerado (como secretario de Uriah Heep): su
nueva actitud cerrada e irascible rompe la armonía familiar anterior.
De ambos ejemplos se concluye que al
vivir dificultades materiales, el ser humano aprende a relativizar la
importancia de las cosas y considerar sus lazos personales como su más preciada
posesión y como algo imprescindible para ser feliz.
3.8.- La crítica social
Aunque no se halla tan presente como
en otras novelas suyas, el autor aprovecha para introducir una crítica a
ciertas instituciones de su país. Por un lado, arremete contra “Doctor´s
Commons”, una sociedad de juristas eclesiásticos. A pesar de las duras palabras
de Steerforth sobre esta institución, David decide desempeñar allí su primera
profesión, aunque termina abandonando, desengañado ante su corrupción interna y
su carácter obsoleto.
Además, David escribe la siguiente
reflexión sobre los políticos en general: “He observado esto en numerosos
hombres a lo largo de mi vida. Parece ser una norma general. A la hora de
tratar asuntos legales, por ejemplo, los ponentes parecen disfrutar cuando dan
con unas cuantas palabras buenas seguidas para expresar una idea que rechazan o
apoyan intensamente (…). Solemos hablar de la tiranía de las palabras, pero
también nos gusta tiranizar sobre ellas: nos enorgullece tener un largo y
superfluo cúmulo de palabras esperando para las grandes ocasiones (…), de forma
que el significado o necesidad de las palabras resulta secundario mientras haya
un gran desfile de ellas”. La novela transmite la sensación de que el
Parlamento es una especie de farsa sin resultados útiles para la gente de a
pie.
4.- Estilo y carga emocional
Aunque esta novela presenta los rasgos
propios del realismo, Dickens consigue introducir una carga emocional
indisoluble de la objetividad de los hechos: por ejemplo, las minuciosas
descripciones de determinados paisajes se ven influidas de forma sutil por el
estado de ánimo de David o lo que estos lugares significaban para él. Además,
el hecho de que el narrador sea el propio protagonista y de que haya pasado ya
por lo que va a relatar le permite anticipar los momentos de mayor intensidad.
La mayor parte de éstos tienen la peculiaridad de estar escritos en presente
(en la novela predomina el pret. perfecto simple), como si él mismo volviese a
vivirlos en el momento de escribirlos.
El tono tan personal de la novela
puede deberse a la presencia de verdaderos hechos de la biografía de Charles
Dickens (cuyas iniciales son las de David Copperfield invertidas): por ejemplo,
es cierto que Dickens comenzó a trabajar a una edad muy temprana y pasó por las
mismas profesiones que el protagonista de la novela.
El autor muestra en estas páginas su
agudo sentido del humor; éste convive con un hondo dramatismo. Dickens
demuestra una gran capacidad para manejar las emociones del lector; sin duda,
esta es una de las razones por las que la obra ha trascendido.
Puede resultar curioso que, siendo
periodista y escritor, la crítica de Dickens a la sociedad de su tiempo sólo
haya trascendido a través de sus
novelas; ¿por qué parece calar más hondo en nosotros un mensaje transmitido a
través de la ficción que una observación emitida de forma objetiva? Aquello con
lo que cuentan las obras como esta y de lo que carecen otros tipos de
escritos es, precisamente, la profunda
carga emocional generada por el mundo que ha creado el autor: por algo es el
arte un vehículo no sólo de crítica, sino también de comunicación, que
permanece a pesar del tiempo. Igual que necesitamos “educar el corazón”, la razón también precisa de un impulso
emocional: se cierra así el círculo entre estas dos partes que constituyen la
condición humana.
5.-Fuente: C.DICKENS: David Copperfield (edición con prólogo de Adrienne E. Gavin). Wordsworth Classics, Londres, 2000.
SJH