Hace algo más de dos siglos, Felix María de Samaniego escribió la siguiente adaptación de una fábula de La Fontaine (1621-1695):
En los montes, los valles y collados
de animales poblados,
se introdujo la peste de tal modo,
que en un momento lo inficiona todo.
Allí donde su Corte el león tenía,
mirando cada día
las cacerías, luchas y carreras
de mansos brutos y de bestias fieras,
se veían los campos ya cubiertos
de enfermos miserables y de muertos.
"Mis amados hermanos"
exclamó el triste Rey, "mis cortesanos:
ya veis que el justo cielo nos obliga
a implorar su piedad, pues nos castiga
con tan horrenda plaga:
tal vez se aplacará con que se le haga
sacrificio de aquel más delincuente,
y muera el pecador, no el inocente.
Confiese todo el mundo su pecado.
Yo, cruel, sanguinario, he devorado
inocentes corderos,
ya vacas, ya terneros,
y he sido, a fuerza de delito tanto,
de la selva terror, del bosque espanto".
"Señor" dijo la zorra, "en todo eso
no se halla más exceso
que el de vuestra bondad, pues que se digna
de teñir en la sangre ruin, indigna
de los viles cornudos animales
los sacros dientes y las uñas reales".
Trató la corte al Rey de escrupuloso.
Allí del tigre, de la onza y oso
se oyeron confesiones
de robos y de muertes a millones;
mas entre la grandeza, sin lisonja,
pasaron por escrúpulos de monja.
El asno, sin embargo, muy confuso
prorrumpió: "Yo me acuso
que al pasar por un trigo este verano,
yo hambriento y él lozano,
sin guarda ni testigo,
caí en la tentación, comí del trigo".
"¡Del trigo!, ¡y un jumento!",
gritó la zorra, "¡horrible atrevimiento!"
Los cortesanos claman: "Éste, éste
irrita al cielo, que nos da la peste".
Pronuncia el Rey de muerte la sentencia
y ejecutola el lobo a su presencia.
Te juzgarán virtuoso
si eres, aunque perverso, poderoso;
y aunque bueno, por malo detestable,
cuando te miran pobre, miserable.
Esto hallará en la Corte quien la vea,
y aun en el mundo todo. ¡Pobre Astrea!
¿Cómo explicar lo familiar que resulta esta situación?Una de dos: o La Fontaine fue un visionario, o nosotros continuamos viviendo en el siglo XVII. Por no hablar de épocas anteriores, ya que, al igual que refleja la situación actual, la fábula anterior describe una actitud que venía dándose desde hacía siglos.
Resulta desmoralizador pensar que el progreso científico y tecnológico de los últimos 400 años no ha venido ligado a un cambio cuando menos la mitad de importante en cuanto a nuestra mentalidad. Que vivimos en una era en la que se disparan uno tras otro los hallazgos sobre nuestra existencia y en la que el simple acceso a un ordenador abre la puerta a una cantidad de información casi ilimitada mientras que nuestro sistema de ideas y valores permanece en estado fósil desde tiempos inmemoriales. Después de un sinfín de conflictos y de epidemias, del Siglo de las Luces, de más de cien años de revueltas y cambios políticos radicales, de dos Guerras Mundiales, de incontables acuerdos y tratados, del fin de los Imperios y del colonialismo, de una Declaración de Derechos Humanos...se sigue criminalizando a los menos pudientes ante una situación adversa, empleándolos como chivos expiatorios de los errores cometidos por los poderosos.
A lo largo de la Historia han ido cambiando nuestros medios y nuestro estilo de vida, pero seguimos siendo los mismos, expresando las mismas preocupaciones, cometiendo los mismos errores, movidos por idénticas ambiciones, que se han servido en cada época de la máscara que mejor les convenía, ya fueran supuestos valores religiosos o un teórico servicio al pueblo.
¿De verdad es posible una evolución en cuanto al sistema de ideas sobre el que basar nuestro comportamiento?¿Tan incrustada está la injusticia en la naturaleza humana para que esta fábula continúe vigente? Viendo la situación social de hoy en día, parece que a este relato le quedan todavía unos cuantos siglos de vida...
SJH.
Desgraciadamente, tenemos una tecnología propia de Star Wars, unas instituciones de la Edad Media y una inteligencia emocional del Paleolítico.
ResponderEliminarMuy buen comentario :)
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